Un niño nace,
y con sus ojos cerrados,
su inconsistencia...
ya tiene su futuro cerca de él,
su padres inexpertos:
el amor suave de su madre,
preocupado,
preferira que no sufra,
y le llevara sus miedos,
su padre traerá el mundo,
en la material forma en que un hogar es alegria,
sera también la manera en qué los demás,
son para sus ojos.
Duerme y nada más,
pero su vida ya parece organizada,
Y si bien existe la probabilidad,
la teoría del caos,
la genética,
todo presume cierto fatalismo,
pero es...
despues de todo un ser,
un futuro ser...
y estara obligado a ser creativo,
frente a los impoderables...
Puede que al final su destino sea solo de él.
O al menos una parte...
el fragmento feliz.
Gabriel Dancygier
martes, 27 de agosto de 2013
jueves, 22 de agosto de 2013
Amor no tan líquido. capitulo 9. Quienes deseen leerlo completo pueden conectarse con la editorial. Saludos a todos.
El
noble intento de relacionarse.
La
modalidad defensiva y temerosa de nuestros tiempos, obliga a dos formas
características, ambas inconvenientes, para construir y armar los comienzos del
afecto. La primera modalidad inconducente es no dar espacio a los demás por el
temor a vincularse y evitar
sufrimientos, al punto que al final
llegue un momento en que la negativa puede ser por una costumbre tan
usual que termine por desactivar el anhelo de relacionarse y
ya ni las mismas personas entienden
porque se desatienden las oportunidades. Se habitúan o ya ni siquiera esperan.
La otra forma defensiva de relacionarse
–seguramente hay otras más- consiste en establecer contactos ligeros y esporádicos,
inconducentes y a veces agónicos, esto
se debe a que se reconoce que la relación emocional importa o al menos se la
necesita, pero se descree de ella como
posibilidad de felicidad y de estabilidad, por eso para no sufrir se establecen contactos breves y sin optimismo,
entonces se extrae algo exiguo y olvidable, sin esperar demasiado y si hacer
gran cosa. La búsqueda esencial de esta conducta es no sufrir aunque no se
obtenga ninguna felicidad.
martes, 20 de agosto de 2013
La ruta... poesía.
Observó por la ventanilla,
las distancias reducen el efecto de la velocidad,
y todo el verde se mueve muy despacio,
que hasta puedo detenerme en él,
y sentir la calma,
el mundo amable,
Unas vacas tuercen su cuello...
el ruido las saca del suelo alimenticio,
y observan,
piensan,
En esa simplificación siempre encuentro los reposos...
que necesito,
pero no se...
¿Lo soportaria?
Estaria solo con dios y la naturaleza,
puede que sea mucho,
o poco,
siempre la figura de la otra vida,
es solo una idea inacabada,
pero me persigue,
nos persigue,
a los mortales,
a los de una sola vida,
una sola opción...
Ahora, el atardecer...
la inmensidad se llena de una alegría nostálgica,
gratamente dolorosa...
Luego vendrá la noche inmensa...
e imaginaré el silencio.
Gabriel Dancygier
domingo, 18 de agosto de 2013
La infancia sin padre. Párrafo breve de la novela "La mujer del prójimo"
. No había forma que no fueran tiempos
difíciles…su padre faltaba todo el tiempo y esas sonrisas demacradas como la de
los payasos en tiempos de guerra y de hambre, quizás sirvieron al menos para
que esa oscuridad dolorosa no descienda
a alguna forma de parálisis. Y si bien, esa propulsión por vivir, permitió que
Ricardo continúe por su senda de ser y de buscar, de ser un niño curioso de
silencios intensos, y mantenerse dentro del mundo infantil y de sus juegos
concentrados, en la colorida metáfora en que se desarrolla todo el tiempo la
infancia, aún así más de una vez lo
embargó el tenaz resentimiento infantil que crecía con el silencio y las
inevitable injusticias, pero se diluía
cuando captaba en los ojos de su madre un maquillaje mezclado y húmedo que había
descendido por su hermoso rostro, en una lagrima colorida, para frenarse en sus
pómulos y dejar su boca limpia para una sonrisa necesaria, descubriendo que su
madre había guardado algunas de sus lagrimas, para salir, en cada una de las
veces, lo mejor que podía al gran escenario de la maternidad. En esos momentos
era cuando más la quería.
Gabriel Dancygier
El pasado y el costado muerto. Poesia.
Desde la esquina,
observo la casa y es otro tiempo.
Veinte años sin regresar,
sin entrar en sus historias,
en las que yo era parte de esas paredes,
de esa geometría espiritual,
Mi madre desde la cocina,
ofrecia su amor con los aromas,
el cobijó de las comidas,
la cena familiar,
la noche...
ella era el sector sagrado del día,
y yo un joven ignorante,
solo buscaba en los conocimientos todo
mientras no explicaran nada de mí,
más que el anhelo de ser y existir
en algun lugar de la adultez.
Esos tiempos habrán sido maravillosos,
pero... ¿por qué?
En qué momento disitnguía yo la felicidad
en aquel presente,
y ahora a metros de aquel tiempo
que parece de otro o de otros,
y sin embargo es mi vida,
mi ser,
la manera de entender mi mundo,
desde las sensaciones,
el tiempo,
el tiempo nostalgico,
es el de siempre,
Aquellos niños están ahora creando sus melancolias.
Quizas fue solo tiempo,
una infancia,
quizas eso sea la vida mirada desde afuera,
desde donde ya no se puede vivirla,
la ingrávida soledad con la que nuestros fantasmas,
los muertos,
exigen volver a este presente,
observo la casa y es otro tiempo.
Veinte años sin regresar,
sin entrar en sus historias,
en las que yo era parte de esas paredes,
de esa geometría espiritual,
Mi madre desde la cocina,
ofrecia su amor con los aromas,
el cobijó de las comidas,
la cena familiar,
la noche...
ella era el sector sagrado del día,
y yo un joven ignorante,
solo buscaba en los conocimientos todo
mientras no explicaran nada de mí,
más que el anhelo de ser y existir
en algun lugar de la adultez.
Esos tiempos habrán sido maravillosos,
pero... ¿por qué?
En qué momento disitnguía yo la felicidad
en aquel presente,
y ahora a metros de aquel tiempo
que parece de otro o de otros,
y sin embargo es mi vida,
mi ser,
la manera de entender mi mundo,
desde las sensaciones,
el tiempo,
el tiempo nostalgico,
es el de siempre,
Aquellos niños están ahora creando sus melancolias.
Quizas fue solo tiempo,
una infancia,
quizas eso sea la vida mirada desde afuera,
desde donde ya no se puede vivirla,
la ingrávida soledad con la que nuestros fantasmas,
los muertos,
exigen volver a este presente,
viernes, 16 de agosto de 2013
La montaña. Poesía.
Allí,
entre las montañas terrosas,
descubro como cambía la bellleza el atardecer,
por la mañana era blanquecino y prometedor,
limpio,
ahora el paisaje árido de colores,
baja hacia mí,
con el suave misterio del crepusculo,
todo parece lo suficiente triste,
y a la vez promete fantasias,
un pequeño hilo de agua olvidada
recorre la quebrada,
Los paisajes inhospitos...
ellos no te obligan a nada,
son de alguna manera más solitarios
que todos,
los hombres juntos...
Las piedars,
los minerales vistiendo las montañas,
de colores que en franja,
son armonía y azar,
Ingreso a mi vision y...
no soy tanto mi vida...
soy también la naturaleza...
y no esta mal.
Descanso.
entre las montañas terrosas,
descubro como cambía la bellleza el atardecer,
por la mañana era blanquecino y prometedor,
limpio,
ahora el paisaje árido de colores,
baja hacia mí,
con el suave misterio del crepusculo,
todo parece lo suficiente triste,
y a la vez promete fantasias,
un pequeño hilo de agua olvidada
recorre la quebrada,
Los paisajes inhospitos...
ellos no te obligan a nada,
son de alguna manera más solitarios
que todos,
los hombres juntos...
Las piedars,
los minerales vistiendo las montañas,
de colores que en franja,
son armonía y azar,
Ingreso a mi vision y...
no soy tanto mi vida...
soy también la naturaleza...
y no esta mal.
Descanso.
sábado, 10 de agosto de 2013
Ahora... Poesía
La mágica constelación de sensaciones
era todo
y era demasiado.
Puede el placer doler y asustar.
pero encontre el ritmo
de mi cuerpo y creí
que eso era todo.
Había entrado al mundo de los placeres
de los adultos,
y me halago ser hombre
y poseer
ese anhelo...
las mujeres eran...
demasiado
eran todo
y eso era la vida,
el exultante cuerpo de una mujer dibujada,
en papel,
llevada a mi mente.
Hoy recuerdo la construccion de mi ser
y era feliz...
hoy ya es distinto
todo me atrapa,
y solo el amor puede darme algo.
Los cuerpos
las fantasias...
que poco parecen ante el apuro
el tiempo no para de...
vigilarme.
lunes, 5 de agosto de 2013
Mediciones: Poesia.
Un hombre se cree superior por saber,
otro se cree inferior por saber,
y no vivir...
Otro vive y desprecia a los que observan,
letalmente quietos,
y se siente superior.
Cuánta culpa están creando
por su ignorancia,
tapada por cálculos.
Solo un hombre a mil metros
de la sabiduría,
puede creer en sus inservibles
mediciones,
y peor,
Confiarse a ellas...
Como si entendiera por primera vez el valor de ganar
y ser...
¿para quién?
Si no es primero para él mismo.
No,
no lo sabe,
no dedicó su tiempo a pensarse,
a entender que las posibilidades
los infortunios.
el fuerte caos de la biologia,
los absurdos accidentes biograficos... y
los inevitables,
modifican los triunfos
pero no los meritos...
giran en una rueda indescifrable que puede ser de dios,
aunque tampoco interesa.
otro se cree inferior por saber,
y no vivir...
Otro vive y desprecia a los que observan,
letalmente quietos,
y se siente superior.
Cuánta culpa están creando
por su ignorancia,
tapada por cálculos.
Solo un hombre a mil metros
de la sabiduría,
puede creer en sus inservibles
mediciones,
y peor,
Confiarse a ellas...
Como si entendiera por primera vez el valor de ganar
y ser...
¿para quién?
Si no es primero para él mismo.
No,
no lo sabe,
no dedicó su tiempo a pensarse,
a entender que las posibilidades
los infortunios.
el fuerte caos de la biologia,
los absurdos accidentes biograficos... y
los inevitables,
modifican los triunfos
pero no los meritos...
giran en una rueda indescifrable que puede ser de dios,
aunque tampoco interesa.
Los desvíos sexuales segun la óptica de un escritor. El escritor y la mujer francesa.
Vi
aquella película de la pareja de amigos que se intercambiaban sexualmente: qué
manera tan agria de crear humor. La tragedia se asoma con toda su brutalidad
cuando los cuatro amigos –tienen unos cuarenta años- se esconden desnudos –tras una noche de
autodestrucción sexual- tras una pared
interna de la casa a punto de ser
sorprendidos por el hijo de doce años que solo descubre el rostro de su padre asomado tontamente,
dejando su cuerpo desnudo protegido por esa pared. La pared de los milagros. Ellos
se pasan de esa pared a otra sin que el niño, atrás de un ventanal, los
descubra desde afuera, pide la llave
para entrar, compartiendo la ignorancia con sus amigos, pero desconoce la catástrofe que lo separa a unos
metros gracias a una pared, a una casualidad. La pared de la gracia y la locura. En el cine se festejaba la escena con risotadas porque saben,
intuitivamente, que el niño no terminara viendo a sus padres en una decadencia
tal. Puede un hijo quedarse sin padres
por tal imprudencia. La fascinación creciente
de los disconformes por destruirse a cambio de pequeñas magias inútiles.
viernes, 2 de agosto de 2013
Tiempo deslizante... Poesia....
Una fuerza extraña me sujetaba,
al tiempo,
la fragil medida de la mortalidad,
de los amores,
el espacio oscuro y profundo
del desamor.
Mi madre ya no esta en el tiempo,
tampoco mi abuela,
Mi padre...
hace dos días caminamos por un hermoso parque,
nuestros cuerpos se movían entre los árboles
como apariencias,
felices,
pero era el gesto de los viejos,
la resignada mueca frente al sol,
el infinito succiona y...
estoy solo...
él ya no me reconoce...
El tiempo pasa a cada vez que lo pienso,
y ella..
no lo se.
No me ama,
Gabriel Dancygier
al tiempo,
la fragil medida de la mortalidad,
de los amores,
el espacio oscuro y profundo
del desamor.
Mi madre ya no esta en el tiempo,
tampoco mi abuela,
Mi padre...
hace dos días caminamos por un hermoso parque,
nuestros cuerpos se movían entre los árboles
como apariencias,
felices,
pero era el gesto de los viejos,
la resignada mueca frente al sol,
el infinito succiona y...
estoy solo...
él ya no me reconoce...
El tiempo pasa a cada vez que lo pienso,
y ella..
no lo se.
No me ama,
Gabriel Dancygier
Parráfo decisivo de " El escritor y la mujer francesa"
Cuando
ayer la hermosa mujer francesa subió las odiosas escaleras para hacer sus
trámites antes de subir al avión, sentí golpear en mi cuerpo la profunda
desilusión de aquella sonrisa. Hubiera sufrido menos ese impacto si ella hubiese
llorado. Es mucho peor que las personas que amamos no nos muestren su dolor y
que en la obligada tarea de adivinarlo quedemos a merced de esa valentía que
los convierte en doblemente dignos y más merecedores de ofrecer nuestra vida
por ellos. Podría arriesgar mi vida por esa mujer que intentaba amarme de
verdad -mientras dejaba de mirarme para
abandonar la escalera eléctrica o para
llorar-, pero no podía ofrecer la vida de Isabel, no… no podría y no dependía
de una axiología o del peso de mi moralidad… era una dura imposibilidad
material, no salía de mis pensamientos ni de ninguna gran reflexión, era que mi
cuerpo no conocía ni aprendería sobre esos desprendimientos.
Cuando me enteré de le enfermedad de Isabel la disyuntiva había concluido. Yo
ya conocía el resto de mi vida. Si el momento de mis dos destinos era un
péndulo en el que yo prefería que lo detenga el azar por sí solo, para señalar
a una de las dos mujeres… Ahora entiendo que nunca existió ningún péndulo, solo
mi imaginación necesitaba de las dudas, el resto ya estaba sentenciado. Y
comprendí que de allí en más el recuerdo de esa joven francesa tendría la
constancia de un clavo en mi corazón, y solo el extenso tiempo y su planicie me
acostumbrarían a diluir aquella hermosa historia de palabras y de olores y de
renacimiento.
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