Quien
observa a una mujer y solo ve la mera presencia de una mujer, en verdad no está
viendo a una mujer. Solo ve algo a lo que se llama mujer pero por su cortedad
desgraciada sigue pendiente de lo mismo de siempre: la pobre imaginación de su
mente. De la misma manera si alguien
mira a un árbol y solo ve un árbol no toma en cuenta a ese árbol. La caída de
sus ramas, la esquelética imagen que le hizo el invierno, el recuerdo de otros
árboles y de distintas visiones, el aroma que brota de sus blandas hojas en primavera y todo aquello que genera a quien
realmente se detiene en la naturaleza. ¿De dónde provienen esos hermosos
estados en el justo momento en el cual la
contemplación suaviza la mirada y la vida? De la propia biografía y de lo que se hizo con
ella. Si así no fuera, ni la naturaleza ni las mujeres lograrían entrar en los
hombres. Nunca había visto la manera en que su hijo observaba a su esposa pero
podría asegurar que en su productivo hermetismo, al levantar y ver a su joven
mujer siempre reconocía algo nuevo. Para Damián todo era importante, tanto es así que
decidió comprar un arma para cuidar a su familia y luego dispararle a un
hombre, y matar a un hombre y de todo
podría decirse que no evitaba los graves problemas y que era ridículamente
temerario… pero en todo se apreciaba la misma línea inconfundible de moral. Una
muy estricta puede en definitiva ser tan inconveniente como una a punto de no
existir.
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