Salía
por las noches aunque nunca volvía en horarios prepotentes y en todos los años de matrimonio llegó a tener
dos amigas sin contar a Eugenia,
aunque siempre y aun en las situaciones más divertidas
se descubrió pensando con tenaz remordimiento en Matilde. De hecho conversaba
de su esposa con aquellas mujeres, que a veces prestaban atención con femenina
solidaridad y otras montaban una escena
de celos o se replegaban en un silencioso orgulloso… el borde del la tristeza…
o se hacían un ovillo al borde de la cama duplicando su impotencia. Cuando
no estaba con ellas imaginaba todo sencillo, pero cuando era partícipe de esa densa tristeza,
en el cenit de la demanda, en el pedido angustiosamente callado de aquellas
mujeres que no amaba.
Gabriel Dancygier
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