jueves, 22 de agosto de 2013

Amor no tan líquido. capitulo 9. Quienes deseen leerlo completo pueden conectarse con la editorial. Saludos a todos.


El noble intento de relacionarse.

La modalidad defensiva y temerosa de nuestros tiempos, obliga a dos formas características, ambas inconvenientes, para construir y armar los comienzos del afecto. La primera modalidad inconducente es no dar espacio a los demás por el temor a vincularse  y evitar sufrimientos, al punto que al final  llegue un momento en que la negativa puede ser por una costumbre tan usual que termine por  desactivar el anhelo de relacionarse y ya ni las mismas personas  entienden porque se desatienden las oportunidades. Se habitúan o ya ni siquiera esperan. La otra forma defensiva de relacionarse  –seguramente hay otras más- consiste en  establecer contactos ligeros y esporádicos, inconducentes y a veces agónicos,  esto se debe a que se reconoce que la relación emocional importa o al menos se la necesita,  pero se descree de ella como posibilidad de felicidad y de estabilidad, por eso para no sufrir  se establecen contactos breves y sin optimismo, entonces se extrae algo exiguo y olvidable, sin esperar demasiado y si hacer gran cosa. La búsqueda esencial de esta conducta es no sufrir aunque no se obtenga ninguna felicidad.


 En general, las mujeres son las que reciben una mayor cantidad de  propuestas y en este sentido la negativa se definiría por estas dos actitudes, por supuesto que existen mujeres que sí se relacionan y aceptan los acercamientos de personas que les agradan y les son afines.
 Sobre este punto quiero mencionar algo. La mujer además de sufrir el desapego brusco de los vínculos irregulares o el nocivo efecto del desamor,  sufre de otra cuestión que es social, cultural y también representa un estilo del género, que consiste en  el sentimiento de sentirse utilizada y descartada, sentimiento que es menos común a los hombres que raramente sienten la utilización física por parte de la mujer. Es insoslayable entender esta variedad de género para apreciar con exactitud los distintos sufrimientos entre personas de distinto sexo y considerar cual es la base de la sensibilidad de hombres y mujeres.  Por esto creo que es bueno reiterar que para relacionarse se pueden y se deben  ajustar condiciones desde el principio y si las mismas no están disponibles, entender que las garantías no son suficientes y no arriesgarse y acumular evitables desencantos, y no perder así, ni el crédito en los varones ni la confianza en la posibilidad de las uniones buenas. Por supuesto, que  también los hombres  pueden sufrir de la inconsistencia de las relaciones y pueden sentir el abuso y el descuido emocional por lo que la fórmula general sería hablar desde el comienzo. Qué es lo que se pretende para la relación. Por supuesto que existen formas no avasallantes de conversar para no angustiar a la otra persona cayéndole con una demanda que todavía no puede afrontar y puede que se sienta agobiado y angustiado por la prematuridad de lo que se espera de él o ella, en cambio más  adelante y respetando los tiempos y las necesidades,  esa persona  puede que sienta natural la unión, una vez que el afecto crezca y todo resulte familiar y posible.

                    La forma defensiva característica del varón es la inacción. También, al descreer del sentido de la pareja, puede no intentar nuevos vínculos o que su estilo sea introvertido o algo tímido y no se acerque a mujeres que no conoce. Una causa de la inacción o de la timidez empieza en la ansiedad. Esta podría ser su posible secuencia: Una varón decide comenzar un diálogo con una mujer, pero demora su intento, al comienzo no siente gran incomodidad, pero cualquier actividad que nos resulte de algún modo importante hace que aumente la tensión a medida que pasa el tiempo y no se realizó. Así les pasa a los deportistas antes de comenzar el juego, el nivel de tensión aumenta porque se comienza a pensar, incluso aunque sean pensamientos intuitivos o pre-reflexivos y disminuye por suerte una vez que comienza la competencia.  Volvemos con el varón, cuando comienza a sentir esa ansiedad incómoda, todo le resulta más difícil porque no es algo sencillo y además ahora se siente tenso y preocupado. El problema –esto lo escuché en muchos varones-, la preocupación parece ser dar inicio a alguna conversación,  pero el mayor miedo es a no acercarse, es decir se comienza a luchar internamente con la propia impotencia, cuyo motor es la ansiedad. Es una ansiedad que promueve un miedo inespecífico y la parálisis. En estos casos es recomendable abortar el intento y esperar un rato hasta que la ansiedad disminuya y volver sobre el propósito más tarde. Por lo que siempre es recomendable hacer lo que se tenga que hacer cuando todavía no se siente ningún malestar,  es decir al principio. Es bueno que las mujeres colaboren con estas inhibiciones, entendiéndolas como situaciones humanas y no abran juicio de valor sin antes conocer a la persona porque siempre es más importante el motivo por lo que alguien quiere acercarse a uno y no tanto la forma. Debiera tomarse en cuenta por delante de todo  la nobleza de las intensiones y no tanto las habilidades. Las seducciones o el exceso de seguridad no son verdaderos en ningún caso cuando para un ser humano algo moviliza sus ser.

 Encontré algunas ideas  para pensar sobre el  acercamiento a otra persona que pueden ayudar:
“¿Qué tan de malo puede haber en mí para que la otra persona entienda mi interés como algo demasiado negativo? ¿Por qué no puede interesarse en alguien como yo?”
“Es además, una posibilidad para ella si nos acercamos y nos conocemos, las mujeres también se pueden sentir solas y puede que necesiten conocer a alguien.” Es decir, intentar humanizar la condición del otro ser. También esto se aplica al intento de las mujeres de acercarse.
Siempre es un acto de humanidad poder mostrar los intereses de uno, y además sentirse asertivo en desplegar la voluntad  y saber que se dispuso a ir por lo que se quiere tendrá buenas consecuencias en la mirada que se tenga de uno mismo.   
Entender una negativa como algo eventual que puede depender de muchas aspectos que no tienen que ver con algo negativo de quién intenta relacionarse: El estilo de la persona, sus hábitos, el momento de su vida, la resistencia a conocer a alguien y también  puede que no demos con el tipo de la otra persona. Cada persona tiene un patrón que define  quienes le resultan  agradables  y muchas veces por ser tan afín a una persona puede que esta también se sienta afín a nosotros, porque quizás existen paralelos y equivalencias psicológicas difíciles de explicar.   
No es conveniente incurrir en una sobredosis de energía ni mostrarse exageradamente seguro o altanero, esto no cae bien a la gente, y puede crear la sensación interna de inautenticidad. Tratar de escuchar y no ser exigente con lo que esperamos de la otra persona es recomendable y es conveniente crear estos lindos hábitos. Es bueno saber que pueden no elegirnos y entender que  no es tan grave, este pensamiento previo puede resultar un alivio como cuando se acepta que podemos perder una partida de ajedrez o un partido de tenis incluso antes de jugarlo. Realmente no confío en los sentimientos positivos infundados porque crean una gran exigencia y pueden llevar a una conducta errática que no tiene parámetros reales y de allí la pérdida de su control, para saber sobre las situaciones y como entrar o salir de ellas, de una forma digna y estilística.  La pretensión es acercarse a las personas y desarrollar la mejor conexión que se pueda pero también es muy importante para la autoestima y la compostura el saber salir y no lastimarnos o sentir excesiva vergüenza por el incordio de la insistencia y la lucha ineficaz. No creo que a nadie se le pueda ganar por cansancio, convencerlo, y de ser así ¿es conveniente llevar adelante lo que sea de esa porfiada forma? ¿Sentiremos que la otra persona realmente prefiere estar con nosotros?  

Todo lo que se especula en la televisión, en las conversaciones ligeras, en las canciones sobre los beneficios de no mostrar interés me resulta totalmente infundado. Mientras el anhelo de conocer a una persona se muestre de una manera no agraviante o excesiva – la otra persona se puede angustiar frente a la gran demanda porque necesita, además sus tiempos-, siempre traerá mejores  posibilidades cuando se piense en nosotros como personas interesadas y dispuestas. Al amor lo despierta el amor. El desinterés arrogante y falaz  solo lo provoca pero no causa nada bueno. Además ¿quién quiere que lo quieran por lo que no da o por su ausencia? Y esto para todos los vínculos: Hace tan bien dar cariño como recibirlo y en definitiva si no resultó como se hubiera deseado se entenderá que aun así, el accionar fue  correcto y el intentó era para crear  algo bueno.
El escritor húngaro Sandor Márai al  retomar la fábula de Casanova en su novela hace decir al protagonista: “Todos quieren el amor de una mujer pero quien hace lo suficiente  para conseguirlo…”  

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