Allí,
entre las montañas terrosas,
descubro como cambía la bellleza el atardecer,
por la mañana era blanquecino y prometedor,
limpio,
ahora el paisaje árido de colores,
baja hacia mí,
con el suave misterio del crepusculo,
todo parece lo suficiente triste,
y a la vez promete fantasias,
un pequeño hilo de agua olvidada
recorre la quebrada,
Los paisajes inhospitos...
ellos no te obligan a nada,
son de alguna manera más solitarios
que todos,
los hombres juntos...
Las piedars,
los minerales vistiendo las montañas,
de colores que en franja,
son armonía y azar,
Ingreso a mi vision y...
no soy tanto mi vida...
soy también la naturaleza...
y no esta mal.
Descanso.
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