Entonces… le dije. Creo, que recuperando cierto poder en
mi mirada, para mostrarle que su triunfo era enfermizo, apenas momentáneo.
Infecundo. Me saludo, y se fue pero sin volver su mirada hacía mí, estaba
disconforme en algo, entonces entendí que efectivamente su triunfo no era
total. Quizás habría percibido que estaba dispuesto a dar pelea, y llevar su
derrota a duplicarse. Estoy triste pero me siento entero. A todas las personas
les hace muy bien sentirse de un lado, sobre todo si es el que les corresponde,
pero por pudor o inseguridad, muchas veces eligen los lugares medios, allí
donde comienza el declive de no saber bien quiénes son y estar endebles para
enfrentar aquello que a todo hombre lo
preocupa cada vez más, el envejecimiento y la muerte, a estas gravedades es
mejor observarlas desde cierta firmeza del alma y habiendo logrado cierto afecto por
sí mismo y entonces el hombre comienza una tristeza digna para ser cada vez mas
él mismo hasta el final.
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