lunes, 29 de julio de 2013

Amor, demasiado para mí... Poesia.

A veces tengo miedo. 
Este es el comienzo de un amor, 
y el contorno de aquella, 
tarde entre las penumbras...
de tu cuerpo, 
de todo lo que eres,
me asustó... 
Es cierto que puede doler la belleza, 
si tiende a ser de uno, 
porque en un sentido no lo es, 
o puede,  
que en varios, 
el amor sorpresivo y brusco, 
como el de siempre, 
obliga a tener la cabeza muy en orden, 
es una gran tarea, 
así, 
tan claro, 
como cualquier acto trascendente. 
Me asustará también  un quirófano, 
las muertes de mis padres, 
la extraña finitud, 
la mia, 
Puede que haya de poner muy en orden los pensamientos, 
para no establecer 
una horrible continuidad, 
entre el amor perdido... 
y las horribles profesias... 
Ellas... 
hacen que los sufrimientos cotidianos 
se llenen 
de un dolor indecible. 
O puede que el amor, 
virulento, 
sea... 
mucho para mí. 

Gabriel Dancygier

sábado, 27 de julio de 2013

Una mujer demasiado joven... Poesía.

Sí, que existen los amores raros, 
pero como saber,
reconocer, 
el tranquilo descanso de un alma... 
Combinaciones, 
repletas de contrasentidos, 
a fuerza de encontrar amor o sus derivados, 
la negligente fuerza por encontrar conpañia feliz, 
o  quien sabe, 
eso puede resultar todo para muchos, 
Yo, 
he tenido un amor raro, 
pero era al fin, 
amor... 
hay... la diferencia de edad, 
y sus ecos. 
las miradas crueles, 
impiadosas,
de sentencias desconocidas, 
detrás, 
fuera de la orbita de hipocrecia, 
no, nada es facil...
necesitaba convertir en posible nuestro amor, 
nivelar las edades, 
jugaba con los números, 
subía el de ella cinco años
pero no alcanzaba... 
y así, 
a cada rato, 
envejecía. 

viernes, 26 de julio de 2013

Violencia: Breve relato de "La mujer del prójimo".


Después de un episodio de violencia, incluso aunque se justifique por la dinámica de los hechos, una persona que normalmente no es agresiva se ve a sí misma en infracción, una culpa rara  que lo definiría  como un hombre que no puede controlarse, o sencillamente el hecho de volver a pensar en esas visiones violentas contra otra persona, y si bien esa noche se durmió fácil, se despertó asustado a las dos horas, y estuvo inquieto una hora en su cama revuelta. Pero al fin se  durmió y luego otra vez la mañana, otra mañana, siempre eran un estorbo. Y volvió sobre él episodio. Nunca hubiese sospechado  que tan presionado podía sentirse, para hacer algo así, él sabe bien que no fue el miedo tal como comentaron los policías el que activo tanta furia, para que  derrame  ese  odio sobre ese cuerpo ya vencido sobre el pavimento. Cuanta crueldad le traía el desamor…. que oscuro asunto era ese amor enquistado en su cuerpo amortajado. 

miércoles, 24 de julio de 2013

El muro. Poesia en que el amor duele.

Eran tiempos de rutinas plácidas, 
confortables, 
continuadas de placeres suaves...
La felicidad en linea apacible. 
El amor... 
allí toda la vida parecia preparada, 
y los miedos, 
El  permanente conocimiento de la  mortalidad
se disolvían en la suave caricias de las sábanas compartidas, y
vos eras casa vez más yo. 
Donde los azarosos fantasmas de los sueños, 
se vencían una y otra vez 
en abrazos y consuelos... 
pero aun no entiendo, 
que enfermedad se incubaba entre nosotros,
yo no lo sabía, 
vivía cotideanamente.
Lejos de las preocupaciones permanentes de calcular el amor. 
Fue tan rápida la caida 
que en ese espiral ya no tuve fuerzas para esperar, 
el gran murro se abrío entre nosotros, 
no era el desamor, 
sino el grave espesor del miedo, 
y la prudencia del dolor, 
A veces no se sabe que sentir 
cuando dos personas que no pueden arreglar algo,
confundidas, abrumadas de sensaciones... 
quizas sea el amor, 
su caída, 
o que no hemos sabido llevar nuestra felicidad, 
cuidarla, 
enderezarla, 
como debe ser cualquier tarea importante, 
un destino. 
recien hoy luego de mucho tiempo, 
ese abstracto muro de imposibilidad 
ya no existe, 
pero la realidad, 
las circunstancias... 
pueden ser definitorias, 
hoy ya extraño con calma la primer parte de nuestro amor. 
Y a veces pienso en la parte triste de los dias dificiles, 
si en está... o en otra vida, 
Podré completar el amor que comenzaba a darte.... 

Gabriel Dancygier 

Escaleras transparentes. Poesía:


Una dama especial,
calculada…
oscura pero plácida
a la que  siempre veía pasar mientras crecía,
entraba luego a una iglesia,
imaginaba sus rezos,
sus dolores
pero nunca detecte el  corazón de mi intriga,
¿qué escaleras subía en el ascenso su alma?
Imaginaba el eterno rostro barbudo de dios,
y ella se hacía oscura
entonces…  me preguntaba.
¿Qué es una bella dama subiendo por escaleras invisibles hasta dios?
y fantaseé culpablemente con sus pecados…
para luego respetar esa intriga,
cada vez más triste,
y no me animé a acercarme cuando lloraba en el torcido banco de la plaza,
yo era tan joven y todo me era tan lejano,
inaccesible,
y ella era magnifica,
seguía siempre siendo la dama,
era la mujer sin cuerpo,
todas la mujeres que me amaron,
mis distintas madres, mis abuelas,
los juguetones retos de mis hermanas,
en ella, la mujer que sube por escaleras transparentes,
adquirían  la forma de la leyenda
y el amor mudo.  

martes, 23 de julio de 2013

El amor con los años... capitulo 7 de Amor no tan líquido.


 El romanticismo con los años.

El enamoramiento, esa fuerza que propulsa el énfasis en vivir en términos de todo o nada,  tan linda o tan desgraciada, que hace al ser humano ser lo mejor o a veces lo peor, su más desgraciada caricatura; tiende a amenguar con el tiempo para conseguir la tranquilidad del amor, y aparece la posibilidad de armar una vida diversa y tranquilla, de una sencillez llevable  y grata. Pero al amor, a diferencia de ese conato de frescura y explosión en que los tiempos de las primeras pasiones se inventan solos, requiere de otros atributos que obliga a las personas a  crear, a construir, a mejorar. Allí se revela nuestra personalidad, lo que hicimos con nuestra biografía, lo que podemos dar y conseguir. Pero para tolerar naturalmente la disminución de las intensidades, aquí cuenta todo, debemos tener en consideración los valores y nuestra idea de sentido, es decir, confiar en  el bienestar de lo correcto y considerar el valor de lo importante y no dejar de observar esa lucecita con que el propósito nos atrae hacia él, para armar el futuro en  el que se desarrolla todo lo nuestro. Es decir la felicidad: por acumulación de pequeños momentos y la tranquilidad de sentirnos conformes considerando nuestra vida en una perspectiva amplia, por encima de la intensidad de lo transitorio. De todas maneras, es una buena idea que además del amor –desear el bien del otro y cuidar de esa persona- se continué ornamentando el romanticismo, es decir la dulzura y el cariño, expresados en la forma del encanto delicado y suave del amor.

 En general por el uso coloquial de las palabras, nos escuchamos hablando cada vez peor, con mayor cantidad de palabras inventadas y salteando o perdiendo el sentido integral de lo que queremos decir y esto es un estorbo para la textura y lo agradable de cualquier conversación o hasta de una frase. Nada se parece a un cumplido. Me refiero a que torpemente se deja de lado, la obligación de crear el romanticismo.  Por la rutina, la costumbre y el exceso deformante  de la confianza, la acumulación de familiaridad ocasiona que de a poco las personas se expresen entre sí, como si ya no hiciera falta seguir agrandando  o se olvida que debemos encomendarnos en que la  persona que queremos siga creyéndose especial y valorada románticamente.
Entonces, se deben crear hábitos por el cual la modalidad de la conversación y las formas del intercambio propongan una forma dulcificada que refuerce la confianza en el amor y en la elección ya realizada. Definitivamente en una relación de pareja –ni después de treinta años- se debe usar el lenguaje que se emplea con  los demás en el intercambio dialogado. No hay lugar para hablar con malas palabras sacrificando las formas, para hacer payasadas ridículas que nunca se harían en una primera cita… En definitiva perder la línea y caer en las peores formas de lo tosco para descubrir que ni uno  podría gustar de sí mismo, si se observara en el espejo. Estar atento a lo que el otro necesita como demostración de cariño es muy conveniente, comprar flores, inventar un sobrenombre singular y que les guste  a los dos, ir los sábados a una confitería linda, salir a bailar como en los viejos tiempos, decirle que le queda bien la ropa. Por supuesto que esto es de alguna manera algo creado pero… quien se resiste al placer de las palabras bellas y las miradas nobles. En una novela que escribí hice mención de una situación natural sobre una pareja que llevan muchos años juntos, y creo que  puede resultar simbólico y explicativo de una verdad agradable:
Un hombre se decide y le compra flores a su mujer, claro que no con las expectativas  de las primeras veces pero igual visualiza la sonrisa de ella al recibirlas. Y por eso siente una suave alegría en su cuerpo. Cuando se las ofrece ella se alegra y le pregunta si la quiere igual que en los viejos tiempos. El hombre  duplicando la apuesta  responde que cada día está más enamorado. Tiene la inexactitud de todo halago. Es probable que esa palabras no sean estrictamente verdaderas, pero ¡a quién le importa…! se abrazan confiados, mientras con esa  humanidad y ese cariño siguen creando el amor que ya tienen.

Otro mal uso de la confianza lo observo en la exteriorización crónica del atractivo de otros hombres o de otras mujeres en la calle o  de personas que aparecen en televisión. Esto obedece a un bruto manejo de la confianza, en que se toma a la relación como un lugar de entrecasa, demasiado doméstico, donde no se deben guardar las formas. El romanticismo consigue su esencia a través de las formas y esto debe asumirse, no sirve decir no es nada, vos sabes que te prefiero a vos… el ingrato efecto de las palabras toscas, en ese declive que siempre es la seguridad excesiva, en que aparece la puerilidad de las acciones… hasta  el mejor puede convertirse en el más precario.

También he escuchado quejas en torno a infantilizar la conversación y el vínculo. Entre ellas rebotan vergonzosamente: utilizar modismos y tonos como los de un bebé, deformar palabras, mostrarse definitivamente indefenso sin estarlo, darse golpes tontos como si fuesen hermanos, risotadas horrendas.
Olvidando siempre que el amor en su aspecto  romántico y agradable  incluye gustar. Sigue por siempre como una noble tarea que levanta nuestro mentón. El del estilo. Por supuesto, que uno debe sentirse autentico en las relaciones, pero acaso una persona se siente bien si a los treinta años habla como bebe, si de diez palabras dos son palabras soases y tres inexistentes, sí descuida las formas que tiene para el otro, si se siente un ser ordinario y abusivo, si no consigue hacer pequeñeces que están a su alcance para dar alegría a su hogar y a sus seres amados.
Estos descuidos nos suceden a todos y es en parte por la seguridad que genera el amor en el cobijo  y la aceptación que tenemos de otro ser humano, pero debiéramos tomar  esa hermosa circunstancia para crecer como personas en nuestro modo singular y en lo que parecemos. Después de todo uno es entre otros aspectos, también lo que de sí se observa.   

Gabriel Dancygier 

domingo, 21 de julio de 2013

"La cuidaba como a un flor que fue hermosa y seca" fragmento pequeño de " Dioses negros"

Porque Roberto la cuidaba como a una flor que fue hermosa y seca,  y la seguía viendo hermosa pero de una manera distinta, podría ser el contacto profundísimo con lo que existía adentro de ella, esa parte que se encuentra atrás del corazón o más adentro…  eran  los potentes  restos de un amor torcido, la nostalgia interminable de lo irreversible. Intentaba acariciarle la cara o taparla con las sabanas y ella agradecía ese amor, con la deteriorada sonrisa de los que ya presienten su muerte y delicadamente  la aceptaron y se convertía en una mujer más dócil aun.  Ese raro amor por aquella mujer débil, espiritualmente  apagada  por una enfermedad mental y ahora arrastrando su cuerpo terminado y blando,  le traía una inmensa ola de dolor,  una noble tristeza que jamás hubiese creído que existiría en él de una manera tan exultante. Su esposa fue siempre  una mujer frágil  por esa desgraciada constitución psicológica  la quería cada vez más aunque no viviese con ella y seguro que también porque se estaba muriendo. Casi flameando sobre la cama la mujer había llegado al colmo de la delgadez,  de la que salían moribundos unos ojos enormes entre los huesos de un rostro totalmente querido. Era extraño… cuando más adelgazaba más hermosa le resultaba la fantasía  de abrazarla y llevarla por los aires para vivir las últimas noches juntos. Cuando peor la notaba  más prefería su muerte y en ese momento debía esconderse donde pudiese solitariamente llorar. El amor convierte la repulsión en  dulzura, en suave e infinita unión, aunque de a momentos todo era  desesperación y odio.  La buena cara de los cercanos, de los familiares… creaba una sensación de pena para luego terminar en intimidad.  

Gabriel DAncygier

Ya no confía en la razon de sus actos, los sinsentidos... " Dioses negros"


Otra vez había traicionado a una esposa  y esta vez casi no había reparado en eso o lo había considerado con una ligera recriminación plana y carente de emociones, sin entender el fundamento que lo llevó por los pasillos de mortecina y entristecida luminosidad, cuando  la noche anterior, caminaba detrás de  Irene, apenas una desconocida, alegre y de ágil conversación con quien se enredó sin motivos felices en su habitación, salteando el anhelo de los actos, y el efecto de los mismos, donde según él mismo, debieran palparse los relieves de la conducta  en que se comprueba el  paso relevante por el mundo y por eso se hace. No podría explicar que manubrio enajenador  lo llevaba a los actos imprudentes o insulsos perdiéndose en la tan odiada por él… liviandad de las decisiones. Un ser al que lo llevan… no, no son ellos… no son impulsos, ni siquiera  registraba algún efluvio de erotismo antes de enroscarse con aquella  mujer, era un simple llevarse, una fragilidad rara que no afectaba su moral pero si su carácter, y por eso temía estar ablandándose cada vez peor.  
  En su  primer matrimonio se esforzó cuanto pudo y más también. Su mujer convalecía en aletargadas depresiones y tras largas temporadas en la cama, de pronto se levantaba para  sentarse en el mismo sillón forzando una derramada sonrisa ante la mirada de su familia, quizás solo lo hacía porque en esos días podía ser noble. Cuando se sentía mejor  regaba las plantas de la casa y hasta cantaba, y Roberto renacía con el olor de la tierra levantada y la voz querida que avanzaba por los pliegues de la casa como una melodía festejada en la infancia. Verla contenta era más que recuperar la alegría del hogar, o la posibilidad de una intimidad renacida y ardiente. Era algo más potente todavía: significaba ser feliz a través de ella. 

sábado, 20 de julio de 2013

ruptura de relacion amorosa . Capítulo 10 de Amor no tan líquido


Final de una relación y final del ensayo…

Si bien el libro no fue creado para hablar de los finales de las relaciones quiero referirme a través de  algunas ideas. Quizás cuesta entender por la tenaz influencia de los parámetros sociales y también a partir de la fuerte tradición con el que las personas han sido educadas,  además del anhelo individual de satisfacerse existencialmente al intentar  trazar una vida estable y sin fisuras, que de todas maneras una relación en la que se amo, bien o no tanto, constituyen un logro y una gran victoria en el corazón de un hombre y una definición más en su identidad. El dolor de los finales tiene  gran parte de su epicentro en la importancia de lo vivido trascendentalmente y cargado de sentido emocional. Se puede conseguir el amor por un largo tiempo y no construir una familia y aun así una persona puede sentirse conforme, porque su interior puede sentir plenitudes aun sin satisfacer ese ente difuso y a menudo acuciante que es la expectativa social, a veces con sus precarios y crueles comentarios que no llaman a  ninguna gran reflexión ni abren ningún horizonte diáfano para el alma humana y su conciencia. No llevan al futuro.

Comentario personal y sintetico sobre el arte.

Las elites, los lugares donde el arte se concentra creando un sofisticada forma de escondite, el lugar donde todos pretenden un lugar afuera de la sociedad, el desprecio de lo común, para llegar a la antitesis de su fundamento, aquel motivo por el que hombres y mujeres quieren sentir, felicitarse.... es el arte un lugar adentro de las cosas y no para separar en categorias y en privilegios que sumergen a cualquiera en un soledad mala... 

Amor y vacío. Pequeño párrafo, " La mujer del prójimo "

De qué podía servirle ese confort de sillones en capitoné, escoltado por paredes de exquisitos  empapelados, o las de mas allá con otros tonos aclimatados, para darle a su casa la suficiente alegría y no más, ajustándose al placer de lo armonioso, para que además de alegre el hogar  sea también la muestra de lo equilibrado y la armonía con los que las personas que conocen lo bello deciden vivir. Para que la existencia sea menos dura al menos en esos espacios en que el dinero es un aliado imaginado que protege a la mente de otros miedos, atenazándose al presente de lo material y sus promesas y las primeras imágenes del día. Pero ahora ¿de qué le servirían los números de sus ganancias?, siempre en ascenso como un juego excitante y entretenido, como el de los niños que al rato olvidan, porque lo trascendente para ellos también es al amor y ser mejores hijos y alumnos, para crecer en su infinita infancia. ¿De qué le serviría su rostro?,  grave e inteligente donde su cabellera rotunda era la señal de su entereza estética y que los años lo afectaban lo suficiente poco, o el hecho de agradar a las mujeres, si desde ese momento su mirada se hizo lineal y el transcurso del tiempo tendría un espesor amargo en el que la espera no tiene ni siquiera las treguas de las esperanzas, con sus emociones y las exiguas caminatas nocturnas en donde se intenta al menos algo: la protección de la ilusión. Pero Ricardo ya sabía que el tiempo con todos sus placeres pequeños y seguros, ya no sería para el más que un estorbo. Un residuo de ruidos sin descansos, la angustia de vivir  viendo el agujero de los demás días, la grieta del sábado y la planicie del domingo y de los relojes inquietantes que duelen porque no se apuran y también porque no se detienen. Y cuando se está así se piensa en la muerte, en las visiones del final. 

viernes, 19 de julio de 2013

El mar... Poesía correspondiente a otra biografia, a otro ser, a otro momento. Esto sucedio...


El mar.

Allí, de la mano,
nos envolvía su inmensidad azul,
o verde…
una gaviota recorría su tangencial calma,
ella buscaba su supervivencia
para mí era un motivo más del momento poético.
Se que allí,  cientos de metros para abajo,
existe la lucha eterna de la vida,
planificada por el dios de la tierra y el agua,
por la táctica de aquellos seres,
los pequeños pactos,
los raros idiomas,
todo eso no se ve…
la calma solo se sacude en las olas
que dispersan un ruido de ruptura y de vida.
Muy lejos se encontrara otro continente,
una parte de mi mente no lo cree,
sumergida en la realidad del momento.
Seremos felices
infelices
Lucharemos con nosotros mismos,
en la difícil y delicada tarea de unir dos almas
hermosamente.
La suave caricia de su mano no permite que sea realista…
es nuestro futuro…
¿pero quién no le teme al futuro?
Creo que pienso de más mientras el sol
comienza su descenso en las horas bajas de la arena
detrás, estirando nuestras sombras
nuestra humanidad se ve en el suelo.
En verdad no se cuánto piensan los otros,
ni si pienso mal…
Este momento…
¿Cómo hacerlo durar?
Adivino que como siempre es un momento más de felicidad,
hasta el próximo,
A los sesenta años ya no es bueno ser un ilusionado.

Gabriel Dancygier

Fantasias... dolor.... párrafo pequeño de "El escritor y la mujer francesa" Espero que lo disfruten....


Un momento, perdido por las ráfagas que atraviesan mi memoria, un recuerdo aparece ahora después de muchos años. Yo era un niño y estaba con mi familia en una pequeña casa cercana a la playa, que mi padre había conseguido, en la que el olor a arena y mar se mezclan ahora con la excitación de aquellas noches. En esos días observaba a las muchas mujeres que frecuentaban esas playas y a veces caminaba y las miraba – las espiaba- consiguiendo los ángulos debidos para que esas formas me provoquen un erotismo doloroso. El sufrimiento de lo inalcanzable. Lo que sabía que era de otros. Y la sofocante sexualidad que nacía de mi cuerpo me molestaba. Una noche no podía conciliar el sueño y mi hinchazón no me dejaba dormir, tampoco podía autosatisfacerme, era muy tarde o estaría demasiado pasado de aquellas imágenes en las que tejía historias… Observaba la luz que bordeaba las cortinas, era cada vez más intensa y avisaba sobre el amanecer inminente, una luz que parecía temblar dentro de sí misma a medida que se afianzaba, y allí comenzó mi cuerpo a relajarse y mi imaginación a crear las visiones del sueño. Un ser radiante sin formas nítidas se acercaba a mí para apagar mí dolor, era una mujer pero no se podía deducir por ninguna de sus formas, era un ángel del amor, era erótico pero tranquilizador, y desplegaba sus alas tan cerca de mí como si explicara algo de lo femenino y del deseo. En ese sueño todo parecía para mí: La posesión, el placer que flota sobre el mundo, las formas inalcanzables de las mujeres ajenas… y en esa borrosa y encantadora imagen sentí en la brevedad de los sueños que el mundo no era un gran enemigo y que el amor –ese amor alado o el que sea- vendría a buscarme para que mi ardiente necesidad de morder el oro del mundo, las maravillas de las mujeres, deje por fin de lastimarme. 

La soledad, la lluvia y la intimidad.... Breve párrafo...


Los días de mal tiempo me ponen triste, es una tristeza que conozco desde niño y viene de manera repentina pero no afecta demasiado mis rutinas. Es esa puntada precisa  procedente de una zona desconocida  –no es un hecho definido ni una idea-, que solo a veces es muy intensa pero  comienza  a diluirse con las horas, hasta que luego consigo una sensibilidad agradable, en la que me refugio en mis libros, y en la calidez de los espacios elegidos de mi hogar, mientras  la presencia de Isabel se mueve por la casa y casi me olvido que estoy con una mujer que me quiere de un modo extraño. ¿Qué fantasmas la aquejan o es que no tiene ojos para mí?  En algunos de esos días  feos y oscuros una nostalgia llena de rumores asciende desde el parquet de mi estudio para culparme –no distingo bien de qué-  y sufro de la lluvia. Ella golpea la ventana y obliga a otro tipo de vida: de susurros compartidos, en que la melancolía  es un buen motivo para creer en dios o en las cosas sencillas, en las confesiones de los que amamos, en sus disculpas , en donde la finitud  es una gran oportunidad para aferrarnos con nuestro cuerpo blando a ese momento espiritual. Pero nada de eso sucede cuando  la tenaz angustia, en su cenit,  me atrapa y empieza a encogerse mi alma mientras el ruido permanente del agua que baja del cielo recorre el espacio que flota sobre nuestra ciudad. Es la soledad de esa lluvia. 

Suicida? Poesia....


¿Suicida?

Una mujer parece dispuesta a terminar su vida,
el cemento frío es también parte de la tragedia….
La muerte,
Ella es después de todo una desconocida oscuridad
pero es eso en mi mente,
un apagón,  
Pero el duro cemento…
Aquella cornisa no me animaré a verla nunca más.  
¿Evitaré recordarla?
Qué demonios oscuros sueltos de dios,
 Frecuentaron  la mente de esa hermosa mujer,
de ese ser humano.
Algunas voces inoportunas llevadas por la ignorancia
del alma,
critican la desesperación que no ven en los ojos,
abiertos y resueltos hacía el final,
lo último,
Alrededor
 lloran la futura muerte de una persona,
el símbolo de una sociedad imperfecta,
el gran constraste,
en que los adultos nos enseñaban aplicados,
sus breves enciclopedias,
los  intentos del amor.
Nunca un adulto podría querer morir
ellos sabían las verdades raras
por las que vivíamos en la imaginativa infancia
a punto de descubrir siempre algo
gracias a ellos,
y nos aterraba su mortalidad
pero ¿suicidarse?
¿Por qué?
Pregunta un niño a su madre que mueve sus manos en la boca,
Me fui,  
Recé por ella…
No pude seguir observando…
El pavimento… ¡no!
Es demasiado… es un ser….


jueves, 18 de julio de 2013

Un escritor reflexivo piensa en las grandes ideas, aquellas que no comprometen al ser.... El escritor y la mujer francesa.


....son las grandes preocupaciones sobre los grandes temas del mundo cuando un ser humano reconoce, al fin,  que el tiempo es algo axiológico, y aquellos grandes asuntos – a veces excusas-  no explican lo que un ser humano busca de sí y de las personas en sus vidas abreviadas;  y ya no resulta una opción llenar de grandes proezas ese gran vacío del desamor; donde cambiar el mundo –o llenarse la boca de esos engaños- al final no es más que un diatriba ordinaria  y no se ama nada.
Luego, esa confusión… –después  de esas tres horas de alegría franca y distraída-, me atacó un ramillete de tribulaciones… era la puntada de la realidad…comencé a sentirme inseguro y frágil y ese estado anímico  era por todo lo que se me vendría, pero aun así extrañamente me condujo a una culpa moral  –es decir, no sentía demasiado ese remordimiento- por Nicolás, otra vez ese joven,  al que rehuía todo lo posible. Recordé ese fastidio del momento en que le explicaba algo sobre la alternancia de las frases cortas y las largas, el remate de la oración, el cierre del párrafo. No quería enseñarle nada. Pero ya dije, siempre me cuesta hacer lo que quiero. El me escuchaba con sus ojos absurdamente abiertos y en una gran parodia escogió un cuaderno de notas y escribió  condescendiente –sin sacar los ojos de los míos o de mis labios-  cada una de las ideas de las que yo hablaba improvisando, pero él quiso mostrarme que yo revelaba axiomas, verdades únicas e inéditas. Sí, esa actuación me resultó detestable. Cómo podía ese joven ser tan irreal.  

Gabriel Dancygier 

miércoles, 17 de julio de 2013

Un niño vive su infancia en le medio de una madre viuda. Párrafo de La mujer del projimo


Cuando era niño miraba el reloj de cedro con cristales biselados, era la mejor versión de un reloj de pared, se apoyaba vertical sobre la pared del comedor, revestida en un empapelado de flores rosas y trazos violetas, él la  esperaba con sus ojos llevados por el péndulo, aunque también seguía la ubicación de las agujas doradas, para tener una noción del tiempo de su madre, que después de terminar con su trabajo  dedicaba una hora a la lectura o a la escritura, para luego sentarse a la ceremoniosa mesa frente a su hijo, a la espera alegre de la cena que preparaba la señora Herminia. Sus ojos eran cansados, tristes y dulces y no reprimían nada del amor por su hijo. Eran también ojos hermosos y verdaderos, en los que se veía también un fondo inteligente. Lo miraba con dulzura y le preguntaba con paciencia, para que su hijo  hablara y le decía regularmente que lo amaba, a lo que Ricardo a veces contestaba “yo también mama te amo, porque eres muy buena” pero otras veces no decía nada y seguía hablando de cosas de niño, salteando ese tipo de intensidad.
En esos momentos que compartían, era la infancia a veces una tarea difícil: todas la luces encendidas, la radio sintonizada en alguna FM de música clásica, su madre sonriendo más de lo que una persona normalmente lo hace, hablando de demasiadas cosas al mismo tiempo, a un niño que necesita también de silencios para crecer y para entender. Sus palabras eran extenuantes. “…Ricky que bien que has sacado un diez en lengua…recuerda este domingo verás a tu primo, se muere de ganas de verte…¿no te alegra?, el te quiere tanto…ah cierto ya me dijiste ayer que lo querías…¿Hijo estas un poco triste?...no, no se cosas de madre…que quieres que leamos de noche, o prefieres ir a la heladería…podríamos hacer las dos cosas…¡Compré un edición ilustrada de Viaje al centro de la tierra!….Preparé flan con dulce…”
La lucha contra la tristeza y los silencios amenazantes eran una tarea permanente. Ese comedor rodeado de cuadros de óleos y acrílicos impresionistas y abstractos, ayudados por las luces dirigidas hacia ellos, resaltaban  el talento de cada obra, con esas paredes de  empapelados protectores que recibían el claroscuro de lámparas de pie clásicas y algunas más sofisticadas, hacían del lugar algo hermoso pero también triste, porque el dolor encuentra todas las grietas que las personas intentan salvar, porque la tristeza tiene vida propia y en su peso puede de a ratos aplastar al alma si no se expresa. No había forma que no fueran tiempos difíciles…su padre faltaba todo el tiempo y esas sonrisas demacrada como la de los payasos en tiempos de guerra y de hambre, quizás sirvieron al menos para que  esa oscuridad dolorosa no descienda a alguna forma de parálisis. Y si bien, esa propulsión por vivir, permitió que Ricardo continúe por su senda de ser y de buscar, de ser una niño curioso de silencios intensos, y mantenerse dentro del mundo infantil y de sus juegos concentrados, en la colorida metáfora en que se desarrolla todo el tiempo la infancia,  aún así más de una vez lo embargó el tenaz resentimiento infantil que crecía con el silencio y las inevitable injusticias,  pero se diluía cuando captaba en los ojos de su madre  un maquillaje mezclado y húmedo que había descendido por su hermoso rostro, en una lagrima colorida, para frenarse en sus pómulos y dejar su boca limpia para una sonrisa necesaria, descubriendo que su madre había guardado algunas de sus lagrimas, para salir, en cada una de las veces, lo mejor que podía al gran escenario de la maternidad. En esos momentos era cuando más la quería. 

martes, 16 de julio de 2013

Después infierno. Poesia.


Después  infierno.

Puede que el fuego de infierno,
sea la metáfora de aquellas partículas de egoísmo,
el de todo pecador.
El de todo hombre…
Allí, siendo el fantasma en que el mito católico lo convirtió,
ya no es más culpa.
Es un hombre en perpetua persecución…
Todos giran en centros… y
Qué opinaran de los fantasmas
de los ángeles
saben que siempre hay alguien bueno,
más afligido
consagrado a  las letras, agonizando desde joven…
refugiado, necesariamente protegido,  
que solo peco en sus recortados pensamientos.
No todos pueden vivir sin dios.
Como su madre  en el celeste del cielo
Rezando por su hijo tirado allí en la cruel hoguera…
¿debiera un hombre ser mejor que su historia?
Y que lo otros ignorantes y crédulos aplaudan su hipocresía
Un sencillo acto de justicia y de temor,
un ejercicio que pulverizo su sector más humano,
un hombre que flota en la calma del cielo sin miedos
pero dudoso también de su pasado,
quizás ni al santo le sirva la redención,
ni al pecador el castigo eterno…
para eso puede que sirva el final definitivo,
la oscuridad emparejadora… 

Un hombre en lo que puede ser un final anticipado de su vida: prematuro pero resignado. Dioses negros.


Esa mañana realizó varios llamados, seguramente influenciado por los llamados  en los que  ese hombre desgraciado emitiera algo parecido a una risa humana pero áspera y flemática. Los llamados eran desde lugares cercanos según constataba en la pantalla del teléfono, pero Roberto ya no pensaba demasiado y no le prestaba atención a los detalles…
Llamó a Irene que lo atendió con una alegría extrovertida y le explicó algo tímida que había comenzado su tratamiento de quimioterapia y que no se le había caído tanto el pelo. El la felicito y no sabía que más decirle, en ese silencio ella lo invitó a comer pero dentro de unos días porque “quería estar presentable”. Fue ahí cuando la metálica puntada de la realidad ingresó a su organismo para revolverlo…. la imposibilidad de seguir, justo cuando comenzaba a aceptar la vida tal como era  y disfrutaba hasta de sus imperfecciones, pero sin embargo… podría no haber más tiempo. Le dijo que sí, que pronto la visitaría, pero nunca era seguro lo que de acá en adelante pudiera prometer. Por la tarde convenció a Eugenia de poner algunos papeles en orden para dejarla a resguardo.
-pero, no hace falta- le dijo ella sin entender la propuesta
-Siempre es mejor así- tenía muy decidido no explicar más de la cuenta.
-Y tu hijo… le corresponde a él…  
-Sí… hay para todos…además no creo que lo mío le sirva tanto. El quiere luchar. Necesita luchar… de todos modos quedara cubierto…
-bueno… pero que no te vaya a pasar nada… que haría sin mi Roberto- toda su personalidad se expresó en ese comentario pero fue tan real que a Roberto le dieron ganas de abrazarla, pero solo estiró su mano y la apretó fuerte.
               Más tarde hicieron el amor y todo fue muy suave porque su espíritu estaba imbuido  de  resignación, de todas formas había tomado la pastillita para que ella se sienta bien. Cuando la dejó en la casa de su madre se felicitó de no decirle nada de sus temores. ¿Qué ganaría? No había optado por salvarse…

lunes, 15 de julio de 2013

2:05 ¿Por qué nos dicen que disfrutemos? breve párrafo de la novela El escritor y la mujer francesa....


2:05 ¿Por qué nos dicen que disfrutemos?

Fueron tres horas de alegría hasta que la realidad se impuso que con todo su rigor, esa de la que solo pueden escapar los muy sueltos de ideas y que viven acostumbrándose a una  libertad que los hace radiantes mientras su alma se oscurece de indignidad. La búsqueda de fruición a cualquier precio, el indómito placer. Es la pócima del depredador que llena de saliva sus más bajos instintos, para que sea lo que sea. Es el argumento de la mueca sin palabras, porque nunca justifican, sonríen estúpida y criminalmente,  en el terreno de los escépticos, cuando descienden en ese espiral vertiginoso con la piel de quién se lleven por delante, a la vida de las tinieblas y de los placeres furtivos,  porque decidieron que la moral y la educación no les sirvieron para nada…es, al fin de cuentas el resentimiento alegre.  Hace tan mal vivir poco como hacerlo demasiado. Uno es el desperdicio y el otro la imprudencia, la voracidad egoísta.  Yo no viví una gran vida pero siempre veía en el espejo a un ser, observaba  mi nariz rojiza e hinchada, mi incipiente papada, mis ojos calmos y tristes, tanteaba mi erección dubitativa pero… ese era yo. ¿Pero porque estoy escribiendo todo esto? Creo que conozco… lo que explica de mí – o de mi  historia de amor- este  furioso párrafo. Habla sobre Jacqueline. Sobre mí y Jacqueline. Creo que es una dura réplica contra mí. Me falta esa feroz ceguera para instalarme en el territorio, el lugar que se pretende, el lugar de los placeres y de la conquista, nunca conseguí que los pensamientos se deslicen para ser rápido acción, para poner soberbiamente  mi cara ahí, olfateando y agazapado  para preparar la tenaz mordedura. Aunque conociendo los acontecimientos completos… no, no fue nada sencillo.   

domingo, 14 de julio de 2013

Te espero....

Pueden visitar el blog y adherirse a él, y volcar en el sus emociones, sensaciones, afectos, bueno mucho... tambien sus escritos personales y sus opiniones sobre todo lo que hace a a la literatura y la vida... Los espero. Saludos y mis cariños.....
Gabriel Dancygier

Madre sola ( poesía )

Tiene vida en su vientre, 
y no  da la seguridad que norlmalmente ofrece, 
toda mujer crece en su sana vanidad, 
cuando consigue el inmenso poder 
de permitir la vida, 
dirigirla... 
pero ella no es feliz, 
su campañero no quiere a su futuro hijo, 
Conjura imagenes hermosas, 
de lo que podria haber sido, 
de lo que no será, 
entra cólera y se arroja a las épocas sencillas, 
en un infancia solo se requieren,  
uno o dos adultos, 
ahora es ella sola, 
oculta la verdad 
pero ella salta a la vista 
y explota o se derrumba, 
no... no se llamara  el hijo del amor... 
él esta muy lejos, 
apenas sabe que idefectiblemente será padre, 
tendrá la vocacion de su espiritu y 
de sus circunstancias, 
no se... si es un desgraciado, 
pero se ocasiona una desgracia, 
otra vez una mujer sola con su hijo... 
¿Escuchara el llamado de los dioses fuerte? 
El anhelo y la potencia del acto más necesario de la humanidad, 
dará a luz, 
y algo cambiara... creo que para bien... 
tiene un niño en su vientre... 
se llama... 
No... no quiere decirlo... 

Un hombre no puede hablar con su fría mujer... párrafo de El escritor y la mujer francesa.


Medianoche.

Nunca pude conversar con Isabel de la tersura de los vientos de las oscuridades, ni de la amplitud conmovedora de los paisajes envolventes que recorríamos juntos o de la manera en que mi moral afectaba mi literatura para crearla o para detenerla; aunque quizás sí lo hablaba a veces pero tan poco y sin fluidez, que mis palabras parecían culpables y se frenaban, por eso mi interés de compartir mi mundo con ella flotaba con el fastidio de una necesidad insatisfecha a mi alrededor, porque imaginen a una persona como yo si no puede hablar de lo axiológico, cuando lo moral es parte de lo que le empieza a preocupar a cualquier hombre maduro para llevar  su vida mejor, porque lo que creemos que se debe ser, es la medida, en más o en menos, de lo que decidiremos para llevar la calma a nuestra mente. Además consideren a un escritor que no pueda hablar con su mujer de lo que debemos ser y lo que queremos ser  en lucha y convivencia con el mundo de los sentimientos, la lucha entre el bien -que organiza al mundo y a la mente- por un lado y por el otro: el placer, ese gran imán que mueve al mundo y a las fantasías. Al final lo ontológico –ese grito del ser-  nos hace creer auténticos pero no llegamos a sentirnos bien sin seguir algún patrón moral, una línea de corrección hasta que aprendemos a vivir, y sabemos que nuestras obligaciones son tan promisorias como nuestras libertades. Todo el tiempo los personajes, de los que escribo, se balancean entre esos polos. Y me encantaba hablar de ello. Pero, para mi esposa todo eso representaba un suerte de intimidad  que  esquivó todo el tiempo, en verdad,  siempre supe que mi entusiasmo, mis conversaciones hondas la agobian, la cansan… llegué incluso a acomplejarme de mi voz, sí… el sonido de mis palabras urgidas podrían molestarle con su invasión porfiada, porque al final cualquier hombre frustrado comienza a ser impertinente

sábado, 13 de julio de 2013

Recomendaciones de libros:

Mr Gwin. Baricco. 
Liminov: Carrere.
La mujer rota: Beauvoir.
Niebla: Unamuno. 
Me voy: Echenoz. 
El mapa y el territorio: Houellebecq
Mentiras de verano: Schlink (cuentos) 
De vidas ajenas: Carrere. 

Un sueño poético y triste: la verdad deformada de un hombre. La mujer del prójimo. Pequeño pasaje...


Su cuerpo corría por el césped con un vértigo que no presagiaba nada bueno, un intenso miedo lo llevó a otro escenario en el que los árboles tenebrosos lo acorralaban con el silencioso sonido de su follaje frondoso y creciente. Muy pronto se abrió entre ellos un escenario distinto, una belleza excesiva con un lago  rodeado de montañas que crecían con sus puntas hacia un cielo violeta. El paisaje era conceptual, no existen esas formas en la naturaleza, pero si algo se observa por un tiempo suficiente comienza  a ser real, además se movía hermosamente, pero era también que en esos colores había algo triste y nostálgico, era un lugar que se había tragado al tiempo, al mejor tiempo, y dolía. El no estaba solo, sin embargo no veía a nadie a su alrededor ¿Dónde estaría la mujer que lo acompañaba? Su cuerpo se llenó de un vértigo horroroso cuando se vio intentando sujetar la mano de esa mujer que lo acompañaba, los dedos femeninos –fue lo único que vio de ella- se atenazaban a la última piedra en el que comenzaba un precipicio, aunque de pronto se tranquilizó cuando se focalizó en el fondo, una laguna rosa, y un sol dorado desprendían una suerte de música irlandesa. Miro al costado y sabía que lo encontraría, era el payaso, ya no estaba enojado pero su sonrisa era peor aún, por eso se tapó los ojos y miró para otro lado y se olvido de la mano, de la mujer, y miraba en una habitación a su madre joven que se balanceaba sobre una mecedora y cantaba una canción de cuna sin siquiera mirarlo…
Se despertó sobresaltado y encontró la realidad de su habitación, más quieta y tranquilizadora que los sueños, porque nadie puede salvarse con su cabeza fuera de control. Sí se trata de una pesadilla todo es susto y vértigo y si por el contrario, la escena onírica consta de imágenes y situaciones lindas, pronto cierto tinte nostálgico las bañara de una tristeza rara porque el anhelo también duele; como casi siempre sucede, nunca un sueño mejora. 

Capitulo 1 del ensayo Amor no tan líquido... La necesidad universal de amar.


La necesidad de amar.

Entre las conversaciones de las personas, sus sentimientos y la manera de expresarse se percibe una clara decepción para sus aspiraciones románticas. Este nuevo escepticismo toma un cuerpo preocupante en los últimos diez años o quizás algo más. Definitivamente las personas sienten a sus vínculos más inestables en los comienzos, en los intermedios y en la madurez de las relaciones de pareja. Según las mismas personas –a veces decepcionadas- y  los ensayos filosóficos, se concibe como responsable al ser humano –mancillándolo- de esta nueva circunstancia, calificándolo  de  egoísta, centrado en sí mismo, con menos predisposición para el esfuerzo y para afrontar las necesarias crisis y dificultades de todas las cosas y también las del amor. Se entiende que son las personas quiénes prefieren ese desperdicio con tal de no asumir responsabilidades. 

Los momentos, la construcción emocional del alma....

un breve y crepuscular momento... alli donde la bohemía esconde las faltas inevitables de la identidad o de la alegría, en fin la paz y la reflexion hacen al mundo a nuesta manera, o al menos muestra lo conveniente... y se reposa en la ideas y hasta en lo imposible. Más de la mitad de nuestra alegrias son fantasias y así seguimos con una sonrisa que es el efecto de todo lo que sucedió bueno en los tiempos en que el sol daba  alegria extendiendo los pasos de nuestra jeventud interminable  y la lluvia... intimidad o reecuentro con ese ser que es uno.... y mil reproches de voces que no vienen de ningun lado y de todos. Creo que son la verdades de la mente y las mentiras del corazón las que hacen la vida vivible... allí todo puede ser  ligeramente emocionante.... 

jueves, 11 de julio de 2013

Vejez... Poesía.

Casi no camino, 
me siento a contemplar el mundo 
pero pocas veces me da placer... 
el tiempo de ayer o de nunca... (ya queda tan lejos) 
es tan intemporal como triste, 
el recuerdo fulgurante de mi madre con sus abrazos. 
la boca agil de mi padre 
al que solo mi inimitable hermano interrumpia con una sapiencia 
que aun siento a pesar de su muerte, 
el amor  de treinta años o más, 
no deja de dolerme con sus inmensos olores de ausencias, 
la mujer elegida tampoco está... 
es la vejez... 
aquella que imagine como el remanso de un banco de plaza, 
y árboles de otoño cálido, 
con hojas amarillentas que alegran el piso de la plaza 
al caer entre los cortos diálogos de los ancianos, 
frente a  la inocente y vigoroza
mirada de mi juventud, 
hoy no es un día facil, 
ayer tampoco lo fue... 
es la vejez que me acorrala con recuerdo hermosos 
que me atrapan 
y yo los atrapo... 
ellos son el color triste y material, 
antes de la oscuridad definitiva, 
tengo miedo 
y no se bien a que... 
o a todo.  

Gabriel Dancygier