lunes, 15 de julio de 2013

2:05 ¿Por qué nos dicen que disfrutemos? breve párrafo de la novela El escritor y la mujer francesa....


2:05 ¿Por qué nos dicen que disfrutemos?

Fueron tres horas de alegría hasta que la realidad se impuso que con todo su rigor, esa de la que solo pueden escapar los muy sueltos de ideas y que viven acostumbrándose a una  libertad que los hace radiantes mientras su alma se oscurece de indignidad. La búsqueda de fruición a cualquier precio, el indómito placer. Es la pócima del depredador que llena de saliva sus más bajos instintos, para que sea lo que sea. Es el argumento de la mueca sin palabras, porque nunca justifican, sonríen estúpida y criminalmente,  en el terreno de los escépticos, cuando descienden en ese espiral vertiginoso con la piel de quién se lleven por delante, a la vida de las tinieblas y de los placeres furtivos,  porque decidieron que la moral y la educación no les sirvieron para nada…es, al fin de cuentas el resentimiento alegre.  Hace tan mal vivir poco como hacerlo demasiado. Uno es el desperdicio y el otro la imprudencia, la voracidad egoísta.  Yo no viví una gran vida pero siempre veía en el espejo a un ser, observaba  mi nariz rojiza e hinchada, mi incipiente papada, mis ojos calmos y tristes, tanteaba mi erección dubitativa pero… ese era yo. ¿Pero porque estoy escribiendo todo esto? Creo que conozco… lo que explica de mí – o de mi  historia de amor- este  furioso párrafo. Habla sobre Jacqueline. Sobre mí y Jacqueline. Creo que es una dura réplica contra mí. Me falta esa feroz ceguera para instalarme en el territorio, el lugar que se pretende, el lugar de los placeres y de la conquista, nunca conseguí que los pensamientos se deslicen para ser rápido acción, para poner soberbiamente  mi cara ahí, olfateando y agazapado  para preparar la tenaz mordedura. Aunque conociendo los acontecimientos completos… no, no fue nada sencillo.   

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