Le dio
tiempo a la mujer para que abrace a su hija y lloren juntas y quiso que los ojos de la enfermera le digan algo.
Ella sonrío y nada más, pero el detectó cuando la joven restregando sus manos
en el delantal observó a Paula, que nada estaba demasiado mal. La bala había
atravesado por la parte externa de la
cintura, y no lastimo huesos ni ningún órgano, solo tejido. Le costaba moverse
y se notaba que realizaba un gran esfuerzo por tranquilizar a su madre. ¿Donde
residía el dulce atractivo de Paula? No era exactamente linda pero era tan
suave y querible que era fácil imaginar que un abrazo de ella no tendría
ninguno de los peros…En su tímida dignidad, todo era blando, suave…El nunca
había tenido una mujer así, pero ¿La había buscado? ¿Existían en su medio
natural? en el que a pesar de las bondades de muchas de esas mujeres no dejaban
de estar salpicadas y consumidas por la competencia y la áspera concentración
de todas las mediciones del valor personal. Bueno…. pensó en la suave mirada de
Matilde y en lo bien que trataba a cualquier ser vivo pero consensuó con sí
mismo, que casi no pudo disfrutar de esa
dulzura.
En cambio las otras…. La belleza, el dinero, la carrera profesional,
la edad real y la aparente, la cantidad de amigas…de todo eso hablaban y ¿cuánto
escuchaban? Cómo podían disfrutar la vida en
esa carrera loca que les hacía creer que ese plan original era el único
posible, aunque ¿no miraban sus sencillas infancias y cuánto disfrutaban sus
padres junto a ellas? Su ex mujer era
distinta, pero la depresión la sumió bajo una gran bóveda de miedos en los que
él habitaba solo para acompañarla cuando ella conseguía una ligera conexión con
el exterior. Se acercó un solo paso y saludó con moderación a Paula para no
avergonzarla:
-Hola
Paula… ¿como estas?- era una calidez técnica pero aun así se percibía su
cariño, no tanto por ella, a quien veía muy poco, si no a las de su tipo.
-Y… no puedo dejar de sentir miedo- hizo un pausa
para ajustar algo dentro- …pero no quiero llorar… -cuando encontró la evidente
claridad del ventanal ovoide para distraer sus emociones.
- Es
solo una herida, es algo incómoda…- no quiso exagerar el optimismo, sabía que
no resultaba… pero cómo no había captado que hablaba de otra cosa.
-Ustedes
están tan distanciados, tengo miedo por Damián… su cabeza está siempre al límite-
y se apreció en su rostro la preocupación de los que aman, de quienes piden por
alguien a dios un día entero.
-Bueno
hay distintas forma de distancia, estoy acá… todo es bastante fácil en lo
legal, el disparó, Damián se encontraba en su propia casa, y el delincuente
cayó… fue en la casa de ustedes- y ahí sí, su gesto fue el de una súplica simpática
para no preocuparla.
Ella
se mantuvo callada y se observaba la herida aunque estaba tapada por una gruesa
venda y tenía a su alrededor el color miel de los desinfectantes. Aquí sí se
puso serio, se acercó a ella en una franca intimidad y le dijo:
-Paula
todo está a favor de ustedes y… esto es importante… no deben intentar esconder
ningún hecho cuando les tomen declaración a los dos- Observó al policía aunque
a este le importaría muy poco. Para la policía, los jueces, y el sistema serían los perjudicados, un hombre así
delatado por una mandíbula exageradamente extensa siempre estaría de su lado.
La parte oscura de todo era que siempre
existe la otra parte. Los muertos, los familiares de los delincuentes muertos,
a los que sus hijos se les matan solos, también sienten perjuicio…una ecuación
distinta… piensan con los apremios de
sus biografía apretadas. Después de todo
es natural que alguien que nació para el todo o nada se bestialice. Y en todo
caso sus familiares no piensan en lo
justo en un sentido estrictamente
lógico, si no de supervivencia, con un
panorama y una moral que considera los trescientos sesenta grados de la alerta,
del mismo modo que un animal distingue sus perjuicios y sus resguardos en la
selva, y no acude a nada de lo previo, de lo establecido, esta solo…
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